“Para lograr algo extraordinario,
debes tener un sueño extraordinario.
Un objetivo tan superior, un periplo tan exigente;
que la mayoría lo percibe como un imposible”.
– Anything is Possible.
Con estas frases se inicia el video de presentación de la franquicia Ironman (1). Un clip de poco menos de tres minutos con secuencias aleatorias de triatletas desempeñándose en los más de 200 eventos de la marca que hoy en día es la referencia mundial en lo que respecta al triatlón de media y larga distancia.
Sin duda, una parte importante del crecimiento de Ironman se debe al “misticismo” que rodea el campeonato mundial de larga distancia en Kona, Hawaii, con más de 40 años de historia. Desde aquella cena en 1978 en el Waikiki Swim Club donde John y Judy Collins consolidaron las tres competiciones de resistencia más importantes de la isla en un solo evento para crear el formato definitivo de las 140.6 millas; pasando por la icónica llegada de Julie Moss arrastrándose hasta la meta en 1982 (2), los 8 campeonatos mundiales de Paula Newby-Fraser, las múltiples batallas entre Mark Allen y Dave Scott a finales de los 80; hasta el récord femenino del circuito (Daniela Ryf en 2018) y el masculino (Jan Frodeno en 2019).
El Campeonato Mundial de Kona ha sido – quizás – el escenario de los logros e historias más trascendentales en el deporte. Y para conocer más de Kona, vamos a conversar con Alejandro Boschian.
Alejandro es licenciado en administración de empresas, abogado y especialista tributario. También es uno de los triatletas más exitosos de Venezuela en la última década. Ha participado en Kona en cuatro oportunidades y además es un exitoso coach que ha logrado guiar a múltiples atletas en el objetivo de alcanzar la clasificación a un campeonato mundial de triatlón.
+T: Cuéntanos ¿Cómo llega un chico surfista y apasionado del fútbol al triatlón?
AB: [Risas] Papá siempre nos inculcó desde muy pequeños el deporte y lo primero que practicamos fue el fútbol. De hecho fue mi base de formación deportiva – por así decirlo – en mi infancia y fue lo que más hice hasta la época de la universidad.
Durante la adolescencia uno tiende a cambiar, a tener otras prioridades y quizás un poco por rebeldía, el fútbol se convirtió en algo irregular; iba y venía entre prácticas, juegos y torneos. A todas estas, papá seguía tratando de que hiciera deporte (…) Probamos la natación pero créeme cuando te digo que apenas fui un par de veces. ¡Odiaba la natación! También probamos el tenis, que ciertamente me llamaba la atención pero no era algo apasionante.
Ya al salir de la adolescencia, dejé el fútbol definitivamente y me enfoqué en el surfing porque teníamos casa en la playa y aprovechaba cualquier oportunidad para disfrutar de las olas y el mar. Estaba más pendiente de mis amigos, de la noviecita e inclusive de las salidas nocturnas del sábado con mis panas. Además en el fútbol recibía muchos golpes y me quitaba mucho tiempo el fin de semana.
Por otra parte, yo tenía una bici de MTB que usaba básicamente para pasear con algunos compañeros y divertirnos un rato. Un día, por pura casualidad, me hice amigo de un chico que practicaba ciclismo de montaña y empezamos a compartir en algunas rutas en Caracas; subíamos a Los Paulinos, San Luis e inclusive el Ávila. Era un tema de aventura y simple deporte; para nada pensábamos en competir.
La verdad es que Freddy fue el primero en comentarme sobre un deporte que le llamaba la atención: el Triatlón. Me habló de las tres disciplinas deportivas, me habló de lo que era la larga distancia y me habló también de un evento que hacían en la isla de Margarita que se llamaba El Reto del Caribe. Estamos hablando de una Venezuela muy diferente. De hecho en esos eventos que se hacían en Margarita, los organizadores se dieron el lujo de traer a Mark Allen a una edición en noviembre de 1991. Más aún, la edición de 1988 la ganó Lance Armstrong cuando aún era un desconocido de 19 años. Eran años en los que Deportivas Venevisión transmitía el Ironman de Kona que ya tenía registrados los derechos de televisión desde 1980 con ABC para un programa que se llamaba World Wide of Sports; y RCTV transmitía eventos como el Reto del Caribe y el Triatlón Hebraica. Lo cierto es que Freddy me decía que algún día haría el Reto, que ya era un evento internacional y yo – desde entonces – quedé emocionado por el desafío que eso significaba. ¡Tres deportes en uno!
Durante la bonanza petrolera del país se empezaron a producir grandes eventos en lo que serían las carreras de calle populares. Por ejemplo en Caracas se hizo la Nike Human Race 2008 que se corrió de manera simultánea en varias ciudades del orbe. También fueron muy reconocidas las carreras de 5K y 10K del circuito Gatorade. Me gustaba participar en esas carreras y prácticamente trataba de hacerlas todas porque me parecía interesante el montaje y la producción de las mismas y por supuesto el reto que implicaba poder correr 10K y mejorar mis tiempos. Así, cuando abrían el registro unas semanas antes, trataba de dejar las salidas y las rumbas de lado y trataba de entrenar para la competencia. En todo caso, en esos tiempos el entrenamiento era bastante empírico; uno replicaba lo que hacían los demás o simplemente corrías por correr. No había mucha información a la mano para aquel entonces. Igual fueron unos años donde muchas personas también me transmitieron esa “curiosidad” por el triatlón. Por ejemplo, mi querida Alita que también lo tenía en mente.
Finalmente todo cambió el día que decidí hacer mi primera carrera de 21K. Fue mi primer evento de resistencia propiamente dicho y recuerdo que terminé con un crono de 1h35min. Pero lo que más me motivó fue esa sensación de agotamiento extremo al cruzar la línea de meta y a pesar de ello, haber quedado con ganas de volver a competir inmediatamente. En el fondo, es un tema de retos. De hecho, hasta hoy, mis competiciones son retos que asumo en función de objetivos muy bien definidos y en función de buscar mejorar y dar lo mejor de mí.
Terminando esos 21K, inmediatamente busqué la primera oportunidad para hacer mi primer triatlón. Fue un triatlón olímpico en el litoral que – si mal no recuerdo – era patrocinado por una conocida panadería de Caracas: La Danubio. Fijate que en esa oportunidad, como yo no venía nadando, tuve que mover cielo y tierra para ubicar una piscina. Al final terminé entrenando en el Parque Miranda que era una piscina pública. El otro punto interesante es que empecé entrenando con mi bici de MTB, pero al poco tiempo entendí que necesitaba otro tipo de bicicleta. A través de un conocido en una tienda de ciclismo, pude comprar una bici super antigua que era de hierro y era muy pesada. Para resumir, en agosto del 2008 hice mi debut en ese triatlón en La Guaira y a pesar de haber sufrido un pinchazo, que me retrasó como 15 minutos porque yo no sabía cambiar una recamara, llegue 6to en mi categoría. Así arrancó mi historia en el triatlón.
+T: Llama la atención que sin tener formación en las categorías infantiles, haces tu primer triatlón siendo un atleta de más de 25 años de edad. ¿Cómo das el salto a la larga distancia y cómo fue tu evolución en el deporte para incursionar en el full Ironman?
AB: Definitivamente fue una evolución consciente. Para ponerlo en contexto, en esas primeras carreras de 10K, yo empecé corriendo en 45 minutos. Inclusive llegué a mejorar considerablemente y logré marcar 38 minutos como mi mejor registro. Sin embargo, con el resultado de mis primeros 21K, me di cuenta que el registro de 1h35min me colocaba en un mejor percentil (figuración respeto a mi categoría) que en cualquier carrera de 10K. Obviamente no es el mismo rango de esfuerzo e intensidad cuando realizas una competencia de 40 minutos (10K), un evento de hora y media (21K) o cuando participas en un triatlón en un rango de 2 horas (distancia olímpica).
La realidad es que yo participé en muchos triatlones formato sprint y olímpico. Inclusive participé en muchos de los eventos federativos de corta distancia que se hacían en el calendario de triatlón nacional. Y ciertamente tenía buena figuración en mi categoría. Sin embargo, cuando hice mi primer 70.3 en el Triatlón “L” en Margarita, logré el 4to lugar de mi categoría, con muy poco tiempo practicando este deporte y sin tener un entrenador que me sirviera de guía.
Otra anécdota sobre el tema tiene que ver con mi segunda competición fuera de Venezuela (…) Eso fue en el Ironman 70.3 New Orleans en 2010. Allí – sin saber siquiera que la franquicia Ironman tenía un campeonato mundial para la media distancia – logré la clasificación estando en el mejor 5% del percentil de mi grupo de edad con un tiempo de 4h47min.
El análisis de todos estos hechos me dejó claro que mi cuerpo se comportaba mejor a medida que la competición era más larga. Además, comparativamente obtenía mejores resultados frente a los atletas de mi grupo de edad. Así, me hice el planteamiento de realizar mi primer triatlón larga distancia a los 33 años (la edad de Cristo). Yo había iniciado mi carrera deportiva en este deporte con 28 años y después de 5 años estaba haciendo mi primer 140.6 en Regensburg, Alemania en 2012. Debuté con un registro de 10h18min11seg y créeme cuando te digo que para mí no fue el debut soñado. Soy muy exigente conmigo mismo y me hubiese gustado tener un mejor desempeño. Sin embargo, ese evento me permitió percibir aspectos que podía mejorar, limitaciones que debía abordar y habilidades que debía potenciar.
Investigué muchísimo; compré una gran cantidad de libros sobre el triatlón y fisiología del ejercicio. Prácticamente hice un estudio profundo del tema y terminé implementando una serie de cambios en mi sistema de entrenamiento y en mis hábitos nutricionales que eventualmente se tradujeron en un gran avance. Al punto que en mi segundo Ironman en Panama City Beach, Florida, en 2013, logré ganar mi categoría y bajar por primera vez de las 9 horas. Esa fue mi primera clasificación a Kona y ese fue el evento que marcó mi enfoque hacia el triatlón de larga distancia. Con esto no quiero decir que no fuese a competir en otros formatos, pero con certeza, la distancia full seria el objetivo primordial dentro de lo que es la planificación de mi entrenamiento.
+T: Llegas al mundial en Kona con muy poco tiempo dentro del deporte, ¿Qué es Kona para ti? ¿Por qué la idea y la necesidad de clasificar para competir en ese evento cada año?
AB: Mucha gente no lo tiene tan claro, pero el triatlón en su formato de larga distancia, se originó en la playa de Waikiki, en la ciudad de Honolulu, en la isla de O’ahu en el estado de Hawaii, EEUU. De hecho el primer Ironman como tal se realizó el 18 de febrero de 1978 y participaron 15 atletas y solo terminaron 12.
Como quiera que sea, Ironman ha hecho un excelente trabajo de mercadeo para desarrollar la marca y el contexto de lo que implica un campeonato mundial de la especialidad. Por otra parte, al ser una franquicia líder en el deporte y al requerir una clasificación que prácticamente es un sistema de eliminación directa entre los miles de atletas que compiten en sus eventos cada año; estas hablando de la crema y nata del triatlón a nivel mundial. Suma la geografía paradisiaca de Kona y sus playas, sus volcanes, sus condiciones climáticas, su altimetría. ¡Es el último gran reto!
Para los atletas que somos realmente competitivos y exigentes, Kona es la oportunidad de “medirnos” con los atletas de mejor nivel; es la manera ideal de comparar nuestro avance en el tiempo; es una excelente forma de justificar las horas de entrenamiento y todo el sacrificio que conlleva este deporte a nivel competitivo. Todo en la propia cuna del triatlón. Creo que eso es lo que hace a Kona tan especial (…) Es quizás una manera de “validar” toda tu evolución dentro del deporte.
+T: Según tu experiencia Alejandro, ¿Qué aspectos puedes resaltar como los más importantes a la hora de lograr una clasificación para Kona?
AB: Te voy a responder en un contexto amplio (…) No quiero referirme exclusivamente a Kona. Sean unos juegos olímpicos, un triatlón media distancia entre amigos o un maratón internacional por darte un ejemplo, para poder expresar el máximo potencial, el atleta debe tomar en cuenta tres aspectos fundamentales:
1- Cuáles son los objetivos y metas.
2- Qué tanto está dispuesto a sacrificar en pro de esas metas y objetivos.
3- Cuál es la disponibilidad de tiempo para invertir en esas metas y objetivos.
Como puedes notar, estos tres factores están íntimamente ligados entre sí. Me refiero a que mientras más ambiciosos son los objetivos, más tiempo deberás invertir en el entrenamiento y por ende, tendrás que sacrificar más cosas. Con “más cosas” me refiero – por ejemplo – a tiempo con la familia, a horas de sueño, a tiempo laboral o inclusive académico. Tendrás que sacrificar fiestas, reuniones y viajes. Quizás este es el aspecto más complejo del entrenamiento para un larga distancia; el lograr ese balance ideal entre tu faceta deportiva y tus otras facetas personales y sociales. Obviamente que el apoyo de la familia y amigos también es fundamental porque en la vida real, nuestro comportamiento determina las respuestas que recibimos de todo nuestro entorno social.
¡Y si! Seguramente muchas personas pueden pensar que el compromiso, el enfoque, la responsabilidad también son aspectos importantes para lograr un excelente desempeño. Está claro que es así. Como lo es el talento, la fisionomía, etc. Son muchos los factores que influyen en el desempeño. Pero con respecto a las cualidades motivacionales, todas se pueden incluir dentro de esas tres premisas fundamentales de las que te hablo; ya que teniendo objetivos claros y factibles, estando consciente de los sacrificios necesarios y del tiempo requerido, la responsabilidad para con la estructura de entrenamiento es solo una consecuencia del compromiso establecido contigo mismo en función de tus tres pilares básicos.
+T: ¿Qué otra sugerencia puedes compartir con nuestros lectores a la hora de maximizar las posibilidades de clasificación para Kona?
AB: Pienso que es importante la planificación. Y con esto quiero decir que la planificación debe comenzar con el análisis de nuestras propias limitaciones y capacidades. Hoy en día hay más de 150 eventos Ironman diferentes para clasificar a los mundiales de 70.3 y Kona. Lo ideal, en la medida de lo posible, es que los atletas puedan estar conscientes de sus fortalezas y debilidades para buscar la clasificación en competencias que sean idóneas para sus características como atletas.
Por ejemplo, si eres un ciclista que se te da bien la escalada, lo lógico sería buscar un evento donde hubiese una ruta de ciclismo con cierta altimetría y con pendientes importantes. De igual manera si soy un atleta que está acostumbrado a un clima seco y fresco con temperaturas templadas, es preferible evitar competiciones donde el clima sea extremadamente húmedo y/o caluroso.
Entonces, si el objetivo es clasificar a Hawaii, es importante evaluar todas las condiciones y características de la ruta de carrera, la altimetría del segmento de ciclismo, el clima en general, el circuito de natación y las características de las aguas abiertas donde se va a nadar, las condiciones de viento. Todo eso puede ser determinante si lo enfocamos en maximizar nuestras fortalezas y minimizar nuestras debilidades.
Como referencia adicional y en base a mi experiencia, te puedo comentar que en términos generales, el nivel en Europa suele ser mayor y más competitivo que en Latinoamérica o inclusive en EEUU. Quizás es porque hay menos eventos o porque sencillamente hay un mayor desarrollo del triatlón a nivel de grupos de edad. En este sentido, a mis atletas siempre les recomiendo evaluar – preferiblemente – opciones de eventos en sur, centro y Norteamérica.
+T: Háblanos un poco de la motivación. En tu caso, siendo un atleta acostumbrado a estar enfocado en Kona, ¿Cómo logras estar motivado en estos tiempos de pandemia?
AB: Para mí, la mejor manera de estar motivado siempre ha sido estar inscrito y comprometido con un evento. Te comento que en estas circunstancias de pandemia, yo estaba inscrito en el Ironman St. George 2020 que fue suspendido dos veces. Más aún, después lo eliminaron del calendario y al final he quedado registrado en el Ironman California 2021 que – si todo sale bien – se realizará en octubre de este año.
Obviamente tuve que reprogramar y adaptar mi propio entrenamiento para que la periodización y la estructura me llevaran a un pico de forma en octubre próximo. Además, por fortuna se han dado algunas carreras de montaña – que es algo que también disfruto mucho – y he podido competir esporádicamente en este tipo de carreras, con lo cual me mantengo motivado y enfocado en mi objetivo principal que sería lograr un desempeño sobresaliente en California. Como quiera que sea, a pesar de la pandemia y todas las restricciones, el simple hecho de haber tenido en agenda una competición de primera prioridad, me ha permitido mantener un buen nivel de entrenamiento.
Voy más allá. A todos mis atletas también les sugiero que se mantengan motivados con el compromiso de participar en un evento. Y esto es algo que manejamos como una especie de simbiosis deportiva pues cuando ellos están confirmados en una competición, soy de los entrenadores que se involucra al extremo en sus competencias porque deseo – tanto como ellos – que puedan alcanzar su mejor desempeño. A su vez, ellos perciben ese compromiso de mi parte y terminan dando más del 100%. Creo que eso ha sido parte del éxito que hemos tenido como grupo.
+T: Para finalizar Alejandro, ¿Qué ha representado el triatlón en tu vida?
AB: Yo tengo mucho que agradecer al deporte en general. Ciertamente al triatlón agradezco mucho más porque de alguna forma ha forjado mi carácter. El triatlón ha sido una fuente de aprendizaje y de experiencias. Además representa la disciplina, dedicación, responsabilidad y compromiso. Por otra parte, siendo tan competitivo, el deporte ha sido una parte importante de la motivación en mi vida. Todos estos son valores que eventualmente me gustaría transmitir a mi hijo de 3 años, a quien trato de llevar a las competencias para que disfrute y vea un ejemplo de primera mano.
Kona: El Reto Final – 11/08/2021
Alejandro Boschian
Instagram: @aleboschian
e-Mail: boschiansportproject@gmail.com
(1) https://youtu.be/qjxxYoL7nSU
(2) https://youtu.be/nVKqFAPdjIA